
Por Maricela Guerrero
Aquel domingo en la exposición estuvimos radiantes.
Ahora estoy trabajando el poema sobre Baldíos, te propuse mi hipótesis:
—poemas como centros de investigación, nos hemos propuesto laboratorios para pensar problemas—
Una premisa, determinar qué es lo lícito lo ilícito. Si fuésemos hierbas o plantas o árboles, ¿en qué clasificación estaríamos?
La hipótesis:
“El glifosato trata a todas las plantas como el Estado trata a todas las personas en la cacareada lucha contra el narcotráfico”; es decir en su función plaguicida contra los cultivos ilícitos, el glifosato arrasa con toda la flora de una región, enferma y envenena no sólo lo ilícito, lo lícito; también extiende su huella destructora, supresora a lo largo del tiempo y el espacio.
Dices que habría que pensarlo,
que para el Estado hay unas vidas que importan más que otras, y esta hipótesis no lo está considerando.
Lo lícito/ ilícito. Plantas que generan daños, digamos, cultivos que producen capital para emprendedores del negocio de los narcóticos: ilícitos/lícitos negocios de la agroindustria que acaban con las semillas endémicas con la flora endémica con la fauna endémica con la población de una región y las enferman.
Lícito/ilícito: determinaciones binarias determinadas por el Banco Mundial y otras corporaciones internacionales.
Abundo un poco más y te digo
que considero para esta hipótesis que la naturaleza de todas las plantas—incluyendo las narcóticas—, no es nociva, como no lo es la naturaleza de las personas — incluyendo a quienes consumen o trafican—
Reverberas, ebulles que en el sistema en que vivimos hay unas vidas que importan más que otras; riposto que para los términos de este poema:
La naturaleza destructora del glifosato no es natural como lo es la naturaleza del Estado al servicio del capital que ha echado a andar máquinas de destrucción que incluso operan contra sus propios goznes:
Lícito/ilícito
Me dices que los maíces que consumimos ya no son lo que eran.
Te propongo:
Hacer una lista de los nombres comunes y de los nombres científicos de árboles y plantas de América Latina junto con los nombres de las plantas que se cultivan para el tráfico de drogas colocarlos en un lienzo y ponerles una sustancia que los vaya borrando lenta y documentablemente.
Respondes que eso estaría bien, pero que la primera parte de la hipótesis debería reformularse.
Ahora tenemos un problema
un laboratorio
y una serie de tareas por abordar.
Mientras seguimos conversando radiantes
Nota
1 Este poema se publicó en la Blau Magazine en traducción al alemán por Johanna Schwering, en agosto 2018 y está vinculado a la pieza “Baldíos. Tejido foliar” de la artista plástica Johanna Calle.


Egresada del Departamento de Letras Hispánicas
Respira aquí, que estás conociendo la tierra. Nadie lo ha sospechado todavía. Se hincha, se aplana, se sube a alturas inverosímiles, se hace quingos, se ahueca, vomita piedras. Y después de todo da manzanas, uvas, caña de azúcar, trigo.
Pablo Palacio, Débora (1927)
En plena pandemia se multiplicó al absurdo la venta del papel de baño. La mayoría se preocupó por la canasta básica y la compra del alcohol se dijo ‘necesaria’. Si el aire se vendiera, y comienza a ocurrir con el oxígeno, muchísimas botellas estarían en los carritos del súper. ¿Y las flores? Nadie, excepto algún interesante caso aislado ha comprado flores en apego a la exquisitez de los sentidos, indispensables no para respirar, sino para extraviarse y seguir existiendo.
La colección de cuentos Asfódelos1 escrita por Bernardo Couto Castillo (1897)2, en la que cada cuento es como una de esas flores transmutadas que abren una grieta entre la penumbra y la luz inicia con el cuento “La alegría de la Muerte”. Así, veremos desenlazadas las raíces de cada acontecimiento en un doble juego semántico, humor relacionado con la práctica de un sentimiento como alegría en la risa, la sonrisa y la burla, además del otro ‘humor’ entendido como conjunto de signos corporales, como la irritabilidad visceral, muecas y expresiones faciales.
En dicho cuento, todo inicia en la contemplación vacía de las avenidas sepulcrales reclamando la humedad de los llantos. Apresurada, la doña Muerte, con la cara más vieja que el mismo mundo se lleva a un anciano achacoso, quien en poco tiempo habría ido por sí mismo al panteón brincando de gusto. La misma Muerte termina siendo buena y por lo tanto estúpida al conceder auspicios, pues nadie llora lo previsto.
Si reír y llorar son acciones que tensan el hilo de la vida, los representantes del espectáculo cuelgan también de dicha tensión.
El Clown, ataviado de cara blanca y cuencas oculares extendidas, pómulos salientes y demás artificios es un suplantador de la Muerte, ambos están caracterizados para cumplir una función de lazo entre la risa y el llanto; parodia del dolor y dolor en la parodia. Dicha cuerda de la vida, revienta con Bebé, quien es hijo del Clown.
Bebé personifica el encanto, es un cuerpito cándido con sus respiraciones de ensueño, y es el caso de la pelea más álgida que libra la Muerte. Los ‘humores’ se agitan, la madre le infunde alientos, abrazos y estrecha constante a aquel niño mientras la Muerte le prodiga fríos, quietud y rigores que terminan venciendo. Finalmente, la Muerte por honor toma a un infante. El honor, la fama, la bondad, la crueldad son todas cualidades también humanas, tan humanas como la misma estupidez, lo cual hace a Todopoderosa ridícula, porque cae del palco de lo sublime a una tosca aprovechada, por lo tanto, una criminal de poca monta, tal como la juzga el narrador.
La avenida antes desierta se anega del llanto recién escurrido, que prácticamente fluirá e irrigará la nueva siembra corpórea. Las flores se harán de hombres por el humus, desde esta perspectiva, podemos recuperar que el dolor también es una mueca facial:
“Vinieron los dolientes, rostros afligidos y sinceros, rostros indiferentes o imbéciles, rostros de ocasión, como los trajes que llevaban como las palabras que decían” (1921: 20).
En contraste la alegría aparece en la recepción de los nuevos cuerpos para alimentar los gusanos del panteón, en la gobernanza de una doña Muerte plácida entre las tumbas.