Por Cuauhtémoc Sandoval Salazar
Adán Topiltzin Morales Vargas
Sandra Neli Jiménez García
Docentes de la División de Ciencias de la Salud e Ingenierías
Campus Celaya-Salvatierra
Universidad de Guanajuato
La microbiota intestinal es la comunidad de microorganismos vivos reunidos en el tracto gastrointestinal de forma temporal o permanente de acuerdo a cada organismo.
Está compuesta en su mayoría por células procariotas, pero también existen virus, hongos y células eucariotas.
La obesidad ha mostrado traer consigo consecuencias negativas que afectan no solo el peso de los individuos, sino también, la salud mental y la microbiota intestinal. Con lo anterior, cabe resaltar la importancia de la modulación y composición de la microbiota intestinal mediante el uso potencial de alimentos con beneficios probióticos, prebióticos y antioxidantes.
La obesidad y el sobrepeso, se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa perjudicial para la salud. Es una enfermedad multicausal, pero el consumo de alimentos ricos en grasas saturadas o azúcares refinados favorecen su desarrollo e incrementan la inflamación en el organismo. De igual forma, otros factores que intervienen son las características genéticas, la falta de actividad física, el tipo y lugar de trabajo, el estrés, la calidad de sueño y de manera especial la cultura alimentaria y la microbiota intestinal (Blüher, 2019).
Dentro de las principales funciones de la microbiota se tienen: a) la resistencia a la infección por microorganismos patógenos; a través, de la competencia por los nutrientes, los lugares de fijación, y la producción de sustancias antimicrobianas; b) la proliferación y diferenciación de las células epiteliales para mantener una superficie mucosa intacta; c) el desarrollo del tejido linfoide asociado al intestino para la maduración de las células dendríticas y la diferenciación de los linfocitos B y T; d) la obtención de energía a partir de almidones no digeribles (Cox et al., 2015); y e) la facilitación de la digestión de ácidos grasos y proteínas; y la absorción de micronutrimentos como el calcio, fosforo, magnesio y vitaminas K, B12, ácido fólico, etc., (Rowland et al., 2017). De forma interesante,
En los últimos años la función de la microbiota se ha llevado más allá del intestino y se ha encontrado que tiene función en la del sistema nervioso para regular procesos cognitivos.
El cerebro e intestino interactúan de manera compleja; por lo cual, condiciones anormales en el intestino pueden incrementar las posibilidades de padecer obesidad y trastornos del desarrollo neurológico a los individuos.
La evidencia científica a través del uso de modelos animales y humanos indican que alteraciones biológicas como la ansiedad, la depresión y la obesidad pueden ser dadas por una falla de comunicación en el eje microbiota-intestino-cerebro.
Por ejemplo, los trastornos digestivos como el síndrome del intestino irritable, suelen coincidir con alteraciones del estado de ánimo y ambos pueden reflejar una composición disfuncional de la microbiota intestinal y la inflamación crónica. Lo anterior, se realiza a través de moléculas neuronales y citocinas; así como, por cepas de bacterias que pueden dirigirse al cerebro vía estimulación vagal. Al respecto, existe la hipótesis de que la microbiota influye en la comunicación del eje hipotalámico y favorece el comer en exceso. Así pues, la microbiota modula la liberación de serotonina y citocinas que cruzan la barrera hematoencefálica y es por ello, que pacientes con obesidad tienen predisposición a déficit de memoria, aprendizaje y funciones ejecutivas; así como, ansiedad y depresión; además de la inflamación sistémica y la microglía reactiva (indica señal daño neuronal).
El potencial de la microbiota intestinal para la contribución de obtención de energía es de especial interés en el contexto de la obesidad. Es por ello, que se requieren el uso de productos probióticos que regulen y mantengan la microbiota en equilibrio. Los probióticos son elementos que producen modificaciones selectivas en la composición y actividad de la microbiota gastrointestinal, con efectos benéficos en la salud de los organismos (Hill et al., 2014). Con lo anterior, cabe resaltar la importancia de la modulación y composición de la microbiota intestinal mediante el uso potencial de alimentos con beneficios probióticos, prebióticos y antioxidantes.
Referencias
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